El viaje
Sol, tus primeras palabras
son la alborada.
Despiertas con ellas
al mirlo alojado en el roble
de hojas perennes,
que me ofrece su canto,
para anunciarme que tu recorrido
comienza
y que debo partir.
Sol, lo lamento,
sólo te puedo ofrecer mi compañía,
si la aceptas, procuraré espantar las
nubes
que quieran oscurecer tu mirada.
Tu viaje será breve,
tal vez como el mio, no lo sé.
Has de cruzar el cielo de este a oeste,
y cuando estés a medio camino
las sombras se habrán ido.
Sol, estas cansado como yo,
no tienes fuerzas, es mejor no
continuar,
yo sola no podré espantar al
crepúsculo
que derramará tu sangre sobre el
cielo.
Sol,
¿por qué decides continuar?
Me
detengo, estoy cansada,
mis piernas son vástagos azotados por
el viento,
mis parpados caen, te alejas, te vas,
te vas, te pierdes...
Ahora mi compañera será la luna.
Vane C.
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