Envenenado
Viento grisáceo, cambiante,
con el alma húmeda y fría,
otras veces cálida y seca.
Que transportas vida,
semillas sin hogar.
Que envuelves con tu brisa
prados, bosques, valles y desiertos,
mares, lagos y ríos.
Que bailas agitando los océanos.
Vuelas rápido entre el desfiladero,
te elevas y cantas,
con un mensaje que se escapa
de la comisura de tus labios,
no es un canto,
es un grito de dolor.
Algo ha cambiado,
lo que has sembrado envejece
y la placenta de tiempo ya no da su
fruto.
¡Los han envenenado!
la carga de tus hombros ha
desaparecido,
¡no era carga, era vida!
ha desaparecido,
ya no existe.
También a ti te han envenenado,
¿notas el color que tiñe tu alma
ahora?
se ha vuelto oscura, como las sombras
que va dejando el atardecer.
Oscura, pero te servirá de manto para
cubrir
lo que está a punto de desaparecer,
lo que no volverás a sembrar
y que morirá junto contigo.
Vane C
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